Con un lleno total en el Teatro Marquis de Nueva York, Ricky Martin, Elena Roger y Michael Cerveris, reciben una emotiva ovación de pie en la presentación de Evita a la prensa mundial.
Han pasado seis años desde que Ricky pisó las tablas de Broadway por primera vez con su personaje de Marius en la mítica obra Los Miserables. Seis años en los que el actor se ha consolidado como el rey latino del pop, se ha convertido en padre de dos mellizos –Valentino y Matteo-, ha multiplicado los esfuerzos de la Fundación que creó en 2002 para ayudar a los niños necesitados de los países más desfavorecidos del mundo (Ricky Martin Foundation) y, por si fuera poco, se ha abierto por completo al declarar su homosexualidad y escribir el libro autobiográfico ME, bestseller del New York Times.
El talento y experiencia de Martin se vuelca en Broadway.
Un camino de búsqueda y crecimiento personal y profesional que no podía tener otro resultado que la actuación que el público y los principales medios de comunicación del mundo, entre ellos EL UNIVERSAL, tuvieron oportunidad de presenciar en la función previa al gran estreno de esta noche de la nueva puesta en escena de Broadway,
Evita.
En la obra dirigida por Michael Grandage (
Red,
Frost/Nixon,
Hamlet), Ricky encarna al personaje del “Che”. Una presencia que nada tiene que ver con el Che Guevara y que simplemente es testigo, de principio a fin, de los pasos de la protagonista Evita –interpretada por la actriz argentina Elena Roger-, cuya historia está basada en la vida de María Eva Duarte de Perón, esposa del expresidente argentino Juan Domingo Perón.
De forma vertiginosa y emotiva, la obra recorre los pasos de Eva desde su llegada a Buenos Aires como una emigrante de la clase media del campo argentino, su ascenso como actriz, su romance y matrimonio con Juan Perón, la llegada de la pareja al poder, su trabajo caritativo como primera dama y sus conmovedores discursos hasta su enfermedad y muerte.
Actuación sobrecogedora, pulida de principio a fin.
El Che, por su parte, es una especie de conciencia, de visión crítica, de objetividad, que humaniza y pone en balanza la figura de una mujer tan amada y repudiada como Eva.
En
Evita, Ricky se mete de lleno en la piel de este personaje. Una misión titánica al tratarse de una estrella del pop que con su sola presencia acapara todas las miradas y expectativas. Sin embargo, se nota, desde el primer momento, el trabajo escénico, vocal y corporal de Martin que sólo se consigue a golpe de esfuerzos y desvelos acompañados, por supuesto, de un gran talento. La actuación de Ricky sobre las tablas del teatro Marquis es emotiva, sobrecogedora, pulida de principio a fin.
En esta puesta en escena el actor boricua se entrega por completo y su carisma se come el escenario, pero también es un actor que deja que brillen sus compañeros. Una muestra de la generosidad del artista al que se le ve disfrutar desde el primer solo.
Una protagonista muy poco convencional pero de gran impacto.
Elena Roger, por su parte, es una Evita inusual, una actriz que no cumple con los cánones de belleza convencionales: pequeña y extremadamente delgada. Sin embargo, bastan pocos minutos para que su fuerza dramática y su voz, muy al estilo Edith Piaf, retumben en el teatro.
Roger es una actriz que conquista poco a poco y que llega a su
culmen con la interpretación de la famosa canción “
Don’t Cry for Me, Argentina” (
No llores por mí, Argentina), compuesta por Andrew Lloyd Weber para el musical que creó junto con Tim Rice, escritor de la historia y letra de las canciones (
El Rey León,
Jesucristo Superestrella) en 1978. Son esos momentos de completa entrega y sobrecogedora interpretación cuando queda claro que Roger nació para interpretar a la mujer que conquistó al ex presidente de Argentina y cuya controvertida vida y muerte dejaron huella en el país sudamericano.
Michael Cerveris constituye el tercio perfecto en este duelo de talentos, pues con su encarnación de un Juan Perón apasionado y contenido a la vez, el actor y músico estadounidense aporta los toques finales de electricidad en su mancuerna con Roger.
La estrella se emociona y se sigue retando.
Todos estos ingredientes hacen de
Evita una montaña rusa de emociones en la que no sólo se suben sus protagonistas sino también el público. Y es que basta ver el rostro emocionado de Ricky Martin, conteniendo las lágrimas y observando con asombro el escenario lleno, completamente volcado hacia él en la última ovación del público para saber que la estrella que lo ha conquistado todo, aún se sigue emocionando y evolucionando como artista.
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