Por Marcos Billy Guzmán / Especial El Nuevo Día
Con el semblante de quien mira profundamente al cielo y sonríe orgulloso de todo lo que ha logrado en menos de un año, Ricky Martin cerró la gira que lo llevó a ofrecer casi 100 conciertos tras haberle anunciado al mundo su homosexualidad.
El astro boricua comenzó en marzo esta hazaña en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot. Allí, como lo volvió a hacer anoche, enloqueció y tocó las fibras emotivas de su fanaticada con un repertorio de casi 25 de sus éxitos y temas de su disco “Música+alma+sexo”.
Esta vez, sin embargo, a semanas de ser criticado por recibir la ciudadanía española, el intérprete quiso reafirmar su puertorriqueñidad.
“Buenas noches, Puerto Rico. De vuelta en casa, de vuelta a mi hogar... Esta es mi casa, este es mi hogar... ¡Esta es mi tierra!”, exclamó.
“Empezamos una gira maravillosa en este mismo escenario y yo juré que volvía y aquí estoy, porque yo tenía que cerrar mi gira en casa. Yo les juro que voy a dedicar mi alma”, añadió, desatando lágrimas entre sus fanáticos, algunos de los cuales hasta se lanzaron al piso por tanta emoción.
Estos meses han sido toda una aventura para el artista.
El también filántropo, dedicado a combatir hace años el maltrato infantil y la trata humana, conquistó al público desde el inicio de la gira. Esas noches fueron intensas y, a partir de entonces, sus espectáculos le sirvieron para llevar mensajes directos contra la marginación, el prejuicio y la subordinación a través de Latinoamérica, Europa y Norteamérica.
“Soy fuerte, yo camino con la frente en alto y para mí lo más importante es dejar saber que en mi casa, en mi templo, a mi alrededor lo que hay es amor”, dijo en ese entonces.
Su recorte “mohawk” con la cabeza rapada a los lados, además de su mayor soltura en escenario, dieron mucho de qué hablar. A algunos les gustó, pero otros añoraban al Ricky que presentó su libro “Yo” con el rostro semibarbudo. Anoche, como parte de otro cambio en la gran metamorfosis de su carrera, el músico se dejó el pelo más conservador y se rasuró el rostro.
Hace menos de dos meses, entre la intensidad de la gira, el artista que hoy tiene 39 años se vio obligado a descansar varios días por dolencias en el cuello.
No obstante, en el concierto que presentó anoche en Puerto Rico, el vocalista no dio señales de agotamiento. En su velada, dividida entre segmentos de cabaré, música afroantillana y elementos punk, Ricky volvió a lanzarse desde un andamio, recibió latigazos y ejecutó sus ya emblemáticos movimientos pélvicos.
“Esta noche tenemos que salir roncos y suda’os”, comentó. “En cada uno (de los conciertos de esta gira) hablé de Puerto Rico. Esta noche hay personas de distintas partes del mundo. ¡Vamos a darles un aplauso! ¡Vamos a enseñarles cómo en esta Isla maravillosa se hace la fiesta! Vamos a cicatrizar (las heridas sociales) desde Puerto Rico”.
Fue una noche de orgullo compartido en lo que promete ser una nueva etapa en la vida de Ricky Martin.
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