17 de octubre de 2011

Ricky Martin ofrece espectáculo sin precedentes a favor de la paz y la igualdadTegucigalpa. La espera valió la pena. Poco a poco el estadio nacional “

Tegucigalpa. La espera valió la pena. Poco a poco el estadio nacional “Chochi Sosa” comenzó a llenarse, en medio de una suave llovizna, que al inicio caía como si fuera un rocío que bendecía uno de los conciertos que desató más polémica—y entusiasmo a la vez—con la presencia en el país del afamado cantante y embajador de buena voluntad del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Ricky Martin.

La gente, preparada para un aguacero que no cayó, llegó muy puntual a la cita, festejó las dos aperturas al concierto denominado “Música, Alma y Sexo”, en el cual participaron talentos nacionales. La lluvia amenazaba con caer, pero la naturaleza no estaba interesada en “aguar la fiesta” y jugó con los espectadores con leves lloviznas que acariciaban sus rostros y solo para el final del concierto, la llovizna se tornó un poco más intensa, pero nada que impidiera el entusiasmo desatado por el impresionante concierto y show brindado por el cantante boricua.


Apareció de repente, en medio de un imponente escenario que parecía acoplarse a las exigencias del artista y su grupo, así como a las demandas de los espectadores. En sus dos horas de concierto, Ricky Martin ofreció lo que había prometido a su público: un espectáculo en donde la fiesta sería permanente.


El cantante portorriqueño se hizo acompañar de un excelente equipo de músicos, coreógrafos y bailarines procedentes de Nueva Zelanda, Argentina, Estados Unidos y Cuba, entre otros países que asistieron al llamado de su concierto a favor de los niños en riesgo social en Honduras, bajo la ayuda de la Fundación del Niño, Funniño.


Con sus poses picarescas y su baile pegajoso, en un derroche de energía, talento y positivismo, Ricky Martin saludó a los hondureños con una euforia y emoción que mostraba en su amplia sonrisa la satisfacción de haber roto un mito y cumplido varios sueños, entre ellos el de promover la igualdad y el rechazo a la discriminación por cualquier índole.


“Cuanto calor y cuánto cariño recibo y percibo hoy en Honduras; prometo dejar mi alma esta noche aquí, les traigo mi paz, mi mensaje de amor, mi lucha a favor de la igualdad y en contra de la discriminación”, dijo Martin en sus intervenciones, que arrancaban la ovación del público que cantó, bailó y hasta participó de los concursos que promovía el artista para dar un toque mágico al ambiente.


“Yo no soy más que tú, pero tampoco tú eres más que mi. Todos somos iguales y yo lucho por la igualdad”, dijo antes de concluir su espectáculo, al tiempo que la gente pedía “otra, otra, otra, ¡viva Ricky Martin!”.


Ricky Martin quien promociona en su gira por América Latina su último álbum musical, bromeó y coqueteó con su público, abrazó la bandera de Honduras que le tirara uno de sus fans; regaló una de sus toallas de mano tras secarse el rostro por el sudor, y mostró una envidiable figura que hacía vibrar a hombres y mujeres, jóvenes y adolescentes, cuando con sus movimientos de cadera interpretaba sus bailes caribeños o la danza y coreografía que precede a sus otros ritmos. Fue toda una expresión de fuerza y energía que hizo olvidar a los presentes las malas rachas que atraviesa el país; hubo espacio a la alegría y la esperanza.



“María”, “Vuelve”, “Vive la vida loca”, “La copa de la vida”, “La Bomba”, así como las de su más reciente álbum entre las que destacan “Más”, “Frío” y “Lo mejor de mi vida eres tú”, fueron parte de las canciones interpretadas por Ricky Martin, que era acompañado por su público en cada una de sus interpretaciones, al ovacionarlo de pie desde que comenzó el show.


En los intermedios, mientras el artista se cambiaba, se ofrecieron presentaciones alusivas a la no discriminación racial, ni sexual, que llevaron a los asistentes a redoblar sus aplausos, en señal de que Honduras no es un país homofóbico ni intolerante a la diversidad sexual, como se proyectó al mundo ante la decisión de una comisión de censura del gobierno de intentar restringir su ingreso para luego permitirlo “con restricciones” a menores.


Fue un show que en nada atentaba “contra la moral y las buenas costumbres” que norman a la sociedad hondureña, como advirtió una comisión de censura oficial, a tal grado que obligaron al presidente Porfirio Lobo a poner fin a la polémica por la llegada de un artista tan prestigiado como Ricky Martin y anunciar que su concierto sería dado “sin restricciones”.


Martin incluso se reunió con el presidente Lobo la noche del domingo en las instalaciones del Comité Permanente de Contingencias, Copeco, a donde llegó a solidarizarse con los damnificados por las últimas lluvias en las regiones del sur y otras partes del país.


En sus breves declaraciones en las instalaciones de Copeco, horas antes de su concierto, el cantante portorriqueño se mostró consternado por los acontecimientos, habló de la importancia de proteger el medio ambiente y dijo que como embajador de buena voluntad de UNICEF, una de sus misiones es la lucha contra la trata de personas, entre ellos menores y adolescentes que son traficados como esclavos y “eso debe culminar”.




El presidente Lobo, tras estrechar la mano de Ricky Martin, agradeció su estadía en el país y su gesto de solidaridad. Ambos dieron una muestra al pueblo hondureño de madurez, tolerancia, respeto y convivencia pacífica en la diversidad.


Luego, en el concierto, Ricky Martin dijo que su estadía en Honduras era “algo especial, por una extraña razón, percibo una energía tan positiva, una buena vibra que me conmueve y agradezco tanto cariño”.


Ese embajador de buena voluntad se ganó el cariño y el respeto de los hondureños y hondureñas, jóvenes y adolescentes asistentes al concierto. Despertó admiración y expresiones de elogio que finalizaron en sonoros aplausos para despedir a un personaje que mostró sencillez y humildad, en medio de un espectáculo propio del primer mundo.


Al final de su interpretación, mientras era acariciado por la llovizna que se hizo algo intensa, Ricky Martín dijo que despedirse, bajo la lluvia, “es una bendición para mí y este pueblo maravilloso. ¡Gracias Honduras!” Las luces del escenario se apagaron y el público quedó ávido de MÁS de Ricky Martin.


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